Se acerca el cambio de estación y parece que, de cuando en cuando, no podemos evitar caer en la melancolía.
Sin duda, el Otoño es una de las épocas del año que más me gustan y me emocionan. Me gusta sentir esa transición natural que afecta a todas las cosas. Me gusta sentir que incluso, yo mismo, formo parte de esa transición.
Y es que, aunque no le prestemos demasiada atención hoy en día al discurrir de las estaciones, creo que la naturaleza del ser humano está profundamente ligada a este devenir de los tiempos.
Siempre he creído que esta nueva estación nos recuerda la importancia de detenernos, respirar y apreciar el momento presente. Es un momento de transición y regeneración. Es, precisamente, el momento del descanso natural. Un momento de renovación.
Es ahora cuando más me apetece plantar la simiente de nuevos proyectos y yo disfruto muchísimo de estar en casa, de cocinar, de pasar tiempo de calidad conmigo mismo. Tiempo que invierto, en casi su totalidad, pensando, creando e inventando.
Una de las cosas que más me gusta hacer en este tiempo introspectivo es probar o idear nuevas recetas, mejorar alguna receta antigua, volver a repetir las recetas clásicas que a todos nos gustan y también las típicas de mi casa.
Gastronómicamente es una etapa ideal. A mí, personalmente, me gustan las setas, las verduras de hoja, los guisos, las sopas y los postres sencillos que hacen, de la casa, un hogar.
¿Hay algo más placentero en Otoño que hornear tartas de manzana, bizcochos de pera y chocolate, tartas de avellana y anís, rollos de canela y trenzas de brioche?… No lo creo. Son recetas perfectas para sentirse arropado en casa y que consiguen que todo el mundo se asome a la puerta de la cocina para ver qué es eso que hay en el horno que huele tan bien.
Por aquí, a pesar de que las calabazas siempre hayan estado presente en nuestras huertas, parece que recientemente hemos aprendido a disfrutar de ellas y a introducirlas en nuestros platos de forma más habitual.
Los americanos, en cambio, tienen unas cuantas recetas dulces con calabaza, que forman parte ya, de nuestros recetarios. Y me refiero a recetas tan conocidas como la Tarta de Calabaza, los Rollos de Calabaza, las famosas galletas Snickerdoodle o este Pumpkin Bread.
Este es un clásico habitual en todas las cocinas americanas ahora que los días se hacen más cortos y empiezan a caer las amarillas hojas de los árboles y las tardes se llenan de niebla y lluvia.
Y es que este bizcocho es ideal para esas tardes perezosas de manta, sofá y tazas calientes de té que tanto vemos en la televisión.
Sin duda alguna, por su sencillez y su sabor, será un imprescindible en vuestras cocinas en este nuevo Otoño que nos saluda.
Vamos con la receta.